Iväiia, que t|§||fA 70 pujadas de largo por 60 deañc'io. _ ,, ^ Los señores lágtritores podrán obtéñá.' ja ièfei esaiite HISTO»u.^e IT^lÍIA^I^í^iiIío Zcjler (n 2 toreos, coijteiiiendo juntosl!p|^ma|y 8Ma^im^s iámÍE^^^pntémt^te eíicUaderü?dos| la Suiza, con mosaicos de oro y colores, por el ihlíiüo aprecio de 17 ÍEÁLES. í 51AÖSISK "Ä s '•L- Librería DE BON ANTONIO SAN MARTIN, calle - - - i_ , . • - ck lu Victoria, núm. 9. i; " BAÍliEIiOSA. ' » — PLÜS ULTRA y litografía de VAZßUEZ, Rambl del Centro. BARCELONA. Estableeimienlo tipográfico de Narciso Ramírez, calle de EscudiHers, núm. 40, piso í.# — 1859 EL CARRO EL CARRO i Li mm »KAMA EN VERSO Y PROSA, original KA1UROZA : liSTAMLECJMIENTO TIPOGRÁFICO, CALLE PE TOR- RESECAS, NUM. 21. La propiedad de este drama es del autor,, quien persiguirá ante la ley al que io repre¬ sente ó reimprima. PERSONAJES. D. PEDRO CORNEL. D. BERENGUER, dependiente de Cornel y padre de DOÑA PLACIDÍA. D. RODRIGO, caballero zaragozano. TORIO , criado de don Rodrigo. QUINTIN, ayuda [de cámara de Cornel. BURGUEN, criado de Cornel. LUISA , doncella de doña Píücidm. CRIADOS DE CORNEL. La acción pasa en el castillo de Alfaja- rin : el primer acto y el tercero en la ha¬ bitación de don Berenguer, y el segundo y cuarto en un salon de la habitación de Cor¬ nel. Eieeiia primera., CORNEt D. REREiNFUER. Cornel. Prestadme ahora atención quiero un instante me oigáis; y que soy señor veáis de Alfajarin... de Aragon. Pues que bajo de este nombre seis lugares tengo, seis; y este castillo que veis logro que al rey mismo asombre.. Soy Cornel, el esplendor de la altiva Zaragoza, p 4^ r â -ff te ciudad que de fama goza • * v vALL'o por su poder y valor. De mi sola voluntad —8— dependen algunos miles de humanos, no todos viles, que nobles hay en verdad que en mi señorío moran : lodos doblan su cerviz v se humillan ; soy feliz : todos como á Dios me adoran. Soy valiente y poderoso lanío que buscan mi union : don Pedro el rey de Aragon me terne por belicoso. Solo me falla casar con dama que pueda darme la ventura, aunque al casarme la del rey puedo alcanzar. Y sin embargo pretendo con vueslra Placidia unirme. Sin su'mario.no hp de irme que su mérito comprendo. Pues en virtud y hermosura, en modestia y discreción , en gracia y educación no le iguala criatura. ¡Oh¡ á mi amor çoncededla, ved que fortuna me esisle ; y si ella al pronlo resiste entonces, vos, convencedla. Os digo esto porque oí que la entretienen amores , cuyos nacientes ardores debe apagar hoy por mi. -9- Quizá al momento que vea mi cariño y mi porfía quiera anticipar el dia en que mi esposa ella sea. Tal boda os tiene mas cuenta... mas que la corona á mi qne de reyes descendí :. la que ahora otro detenta. No fuera en mi cosa nueva una corona; y á vos esta boda , vive Dios, á noble y grande os eleva. Berenguer. Nunca pretendí, señor, salir del estado llano de un honrado ciudadano, qne es á mi juicio el mejor. El hombre que está elevado teme siempre la caída, y en un ¡ ay ! toda la vida ¡e hace eMar ese cuidado. El que es muy pobre y oscuro de lodos es despreciado : sufre y jime... desgraciado! Oh señor, os aseguro que para ser feliz, quede el hombre ni en pordiosero ni en noble ó gran caballero... Cornel. Que nadie lo es si no puede. Ni nunca al que es noble abona, ni el serlo sabe eslimar quien jamás pudo adornar —lo¬ co n lustre tal su persona. Mas hablemos de mi boda en la cual salis honrado. Berenguer. Y vos saldréis despreciado por nobleza y corle toda. Como buena os pareció? mi Placidia uo os merece. Ni esa boda bien parece que inferior á vos nació. Eso es humillarse mucho el gran Cornel : ser pequeño : débil delirio.., un sueño me parece cuanto escucho. Otra igual, de vuestra clase, os reserva el cielo á vos ; y otro igual también dé Dios á Placidia cuando case. Soy un padre cariñoso pero pronto me ofendiera si Placidia descendiera en la elección de su esposo. Y asi mismo quiero yo para esposa otra elijáis, que no quiero descendais, no he de consentirlo, no, y menos con hija mia. Fui vuestro padre y tutor, como tal por vuestro honor con cualquiera reñiría. Si vuestro padre faltó no os faltará mi consejo : ved, Cornel, será de un viejo que vuestro padre apreció. De' esa boda que dirían vuestros deudos? Y qué el mundo? De mi respeto profundo de otro modo juzgarían. Qué dijera vuestro padre? Cornel. Mi padre ya falleció, y en cuanto á los nobles, no, aunque á mis deudos nó cuadre Placidia ha de ser mi esposa. Berenguer. Ya sabéis que ama?despues... Cornel. Cumplirá como qnien es, que cual bella es muy virtuosa. Y con el trato amor viene. Mas si recuerdos conserva la relijion los enerva. Quien grandes riquezas tiene en continua distracción, en fiestas, danzas, torneos, músicas , cañas, paseos se libra de tentación. Berenguer. Si el niño amor se descuida, que si no, si hay gran pasión él proporciona ocasión y se pierde honor y vida. Cornel. Como, en ella confianza?.... Berenguer. Esto no es del la temer, mas no la debo esponer: escuchadme con templanza. Aunque le di educación —IS— desde niña muy cristiana debo probarla mañana torciendo su inclinación ? puedo acaso prometer íidelidad y ventura ? La dará esa criatura si la obligo á obedecer? Debo hacerla desgraciada solo porque me importuna? Cornel. Desgraciada en mi fortuna ! una mujer tan honrada con mi amor y pensamiento ! pues qué, no será elevada á mi altura de la nada? No os honra tal casamiento? yo le daré lustre y oro y amor que eterno será. Baenguer. Y ella lalvez os traerá en dote suspiros, lloro. Cornel. (Mucho el padre se resiste: ya mi paciencia se apura.) Berenguer. Ademas que la ventura ni en lustre ni oro consiste. Lazo que en vez de aumentar vuestra fama la minora, creed, señor, que á la hora os había de pesar. Quiero proponeros yo que el asunto meditéis y otra novia elejireis, -18- Cornel. No. Consejos de nadie aguan lo y menos de un dependiente que su voluntad y frente humillará á mi. Tanto, que mi esposa ¡ vive Dios ! hoy vuestra hija ha de ser, ó mañana podré hacer lloréis humildes los dos. Qué decís, viejo imprudente? Berenguer. Que con ella casareis cuando que humille logreis mi erguida y nevada fíente. No tengo mancha en mi honor, y asi solamente á Dios podré humillarla: y á vos aunque á Placidia el amor Cornel. Ella no podrá dejar de amarme siendo quien soy. Decid que si , que me voy. no nací para rogar. Berenguer. Es obligación forzosa antes que lodo decide que hasta que mi frente humille no os dé la mano de esposa, Cornel. Perdonad , no os enfadéis, que no pude contenerme. Sois anciano, estais inerme y tanto orgullo teneis que me hacéis... oh! Berenouer. Pronto sov —lit¬ en perdonar los agravios ; mas nunca, no, vuestros labios profieran , nunca , lo que hoy. Cornel. Y acabemos, premiareis en esta ocasión mi amor ? Si ella me ama ese rigor?.. Berenguer. Si ella os ama la obtendréis. Cornel. Asi será : lo aseguro. (Yo lograré mi desep.) Gran felicidad preveo I (Nunca vi viejo mas duro.) Adiós. Berenguer. Adiós. Escena n. DON BERENGUER. No espereis felicidad sin virtud ; ni vuestra alma habrá quietud si ruin Urano os hacéis. Quiero ahora consultar con Placidia, que á mi ver ella es quien ha de escojer el esposo que ha de amar. Su voluntad es mi ley : aunque importara mi vida fuera en valde la venida —15— contra su gusto, det rey. No debo, no, amilanarme. Plaeidia. (Llamando.) Escena ni. DON BERENGUER, PLACIDÍA. Plaeidia. Padre, Harnais ? lierenguer. Hija, si. Plaeidia. Y qué mandais? Berenguer. Acaba de demandarme ahincadamente tu mano Cornel. A tu discreción del esposo la elección dejo'. Plaeidia, Me pretende en vano; desdichada de su esposa ! Yo seré de don Rodrigo si mi buen padre y amigo no dispusiere otra cosa. Rije mi amor la razón , de mi amante las virtudes., y no las vicisitudes tlel humano corazón. Berenguer. Lo sé, y no he intentado por respetar tu albedrio insinuarle el gusto mió : sea Rodrigo tu amado, —s©— sea Rodrigo tu esposo que es mi gusto tu deseo, pues siempre en ti, siempre veo juicio y virtud muy gozoso. Placidia. También, padre, me hallarei á obedeceros dispuesta, y á Cornel la mano aquesta daré si vos lo queréis. Qué importa sea el galan , hombre ruin ó caballero? Daros gusto solo quiero que en vos mis dichas están. Y aunque tenga convicción de errarlo por sus resabios, no escuchareis que mis labios critiquen vuestra elección. Ni aun despues que fallezcáis, que á la atención, ni temor, ni respeto, sino á amor mi obediencia atribuyáis. No es mi pasión ilusoria que en el mas cruel pesar pronto me lia de consolar de mi padre la memoria. Jierenguer. ¡Placidia, del alma mia ! De /a virtud fiel modelo. Mi esperanza, mi consuelo en mi cariño confia. —T~ -lî- Escena iv. DON BERENGUER, DOÑA PLACIDIA, LUISA. Luisa. Señora, aqueste papel os envia don Rodrigo. Placidia. Nuestro preferido amigo. Veamos que dice en él. Mas, Luisa, quién lo ha traido ? Luisa. Torio. Placidia. Pues que se espere por si respuesta quisiere. Escena v. DON BERENGUER, DOÑA PLACIDIA. Placidia. Leamos, padre querido. « Placidia , estoy sabedor que vuestra mano desea Cornel, y mucho se emplea en merecer vuestro amor . esta pretension me irrita. Si acaso se declaró pensad la respuesta. Yo... la espada rivales quila. » Como conmigo habla asi y tan lacónico escribe! —18— No muy satisfecho vive. El se desespera, si, él padece. Yo estoy muerta! porque Rodrigo escribirme cuando para hablar y oírme tiene nuestra casa abierta! Berenguer. Yo le informaré al instante que á su casa me dirijo: quierole ¡ oh ! como á hijo si tu le quieres amante. Placidia. Decidle, pues, no se irrite, ni espada airado maneje ; y que á nuestro cargo deje, la respuesta y el desquite. Berenguer. Voy á decírselo, Adiós. Placidia. Calmad su enojo, señor; y aun decidle... lo mejor será que volváis los dos. Escena ti. DOÑA PLACIDIA, LUISA. Luisa. Hay, señora, novedad? Placidia. Una y grande, Luisa amada: Cornel pretende mi mano r y •• ^ Luisa. De todos es deseada. Lo creo : mas don Rodrigo... —1 w— Placidia. Es dueño, dueño de mi alma. No hay caballero como él. Con su amor estoy honrada mucho tiempo ha : prometida también que á mi padre agrada. Luisa. Habéis dicho ya que no á Cornel? Placidia. No. Me acobarda su jenio altivo, orgulloso: pues ofendido causara mil disgustos, y en mi padre lal vez la ofensa vengara. Luisa. Qué! no temáis; de una vez quitadle toda esperanza y libre despues sereis. Empero quien á esta cámara sube? oh! creo que se oye ruido de espuela ó de espada. t ( Luisa marcha á la puerta del fondo, observa, vuelve con precipitación, avisa á Placidia, recibe á Cornel saludándole, y siendo interrumpida se retira.) Señora , el mismo Cornel flagrante con tanta .plata. Guarde Dios.... (A Cornel.) —«Ö— Escena vkS. » DOÑA PLACIDIA, CORNEL. 'Cornel. Mi hermosa dama. Y á vos, doncella. Entro aqui sin ceremonia, que vi un sol y busco su llama. No solicité licencia para llegar hasta vos mas como amantes los dos os dará el amor... Placidia. (Paciencia.) Cornel. Tolerancia, que á un rendido amador se le dispensa, y es su escudo y su defensa el amor si ha delinquido. Que para llegar ¡oh hermosa! hasta quien mi dicha es, el alma mueve los pies de veros muy deseosa. Todavía con razón el alma se reconviene porque cree despacio viene, prenda de mi corazón. La licencia no he pedido porque el deseo de ver á mi bella, mi placer, tiéneme loco perdido. Placidia. En la buena educación son disculpas las finezas: —SI— y se oyen sin estrañeza, díctalas la discreción. Y en cuanto á llegar aquí sois muy dueño, y os dijera igual padre si estuviera, que le está mejor que á mi. Cornel. Y por qné decis mejor ? Nunca un amante se escede, y ofrecer su casa puede , bien lo sabéis, dulce amor. Y reprensión no merece la datna que á su querido cuando muy tierno ha venido solo la casa le ofrece. Temeis acaso escederos? Placidia. Entre las damas no pasa ofrecer á hombres su casa cuando tienen, caballero, en su familia un cabeza. Cornal. (Tímida está y aun ingrata.) Placidia. (Tu amor me enfada, me mala,, mas ya verás mi entereza.) Cornel Cuando de clase os elevo nada os debe contener, bien me podéis ofrecer... Placidia. Os ofrezco cuanto debo. Cornel. Esa no es fina respuesta, ofrecéis con restricción. Placidia. Guardo aqui moderación para no verme asi espuesta. Cornel. Vos teneis... —«s— Placidia. ¡Oh! induljencia. (Y tu qué tienes ? perfidia.) Quiero advertiros... Cornel. Placidia, por vos me abraso de amor y ecsijo correspondencia no ingratitud y rigor. Placidia. Corresponder quien ignora una pasión repentina? Si fuera yo algo adivina pudiera ser en buenhóra. Si tanto amor me te neis con mi padre á quien acabo... Cornel. Placidia, soy vuestro esclavo y ser mi esposa podréis. Placidia. Mucho, Cornel, lo agradezco, mas es asunto eminente, y pensando humildemente, oh señor, no lo merezco. Cornel. Pues que sabéis va mi amor y sois mi bien y embeleso dadme la mano , y un beso en ella daré ; favor que nunca mi corazón, Placidia , dará al olvido. Placidia. (El es ducho y atrevido.] No es fácil la concesión, soy doncella con recalo y á mi buen padre obediente/ de mi mano solamente su voluntad... —»3— Cornel. Yo la acato. Nada pedir intenté á costa de vuestro honor. Placidia. Mucho estimo vuestro amor mas respuesta no os daré. Cornel. Tiempo hace que desdeñosa mi corazón os admira y es crueldad porque respira tan solo por vos, hermosa. Creo fue para vos hecho y por vos deidad ingrata late, sufre y se arrebata el corazón en el pecho. Venid conmigo al altar y no habrá en la tierra toda mas igual ni feliz boda. Nadie me podrá apartar de adorar vuestra hermosura, y si alguna vez me viereis .. Placidia. Si por bella me quisiereis... ( me rasgara la figura : ) (mi rostro quemara impía.) Cornel. Es mi amor inesplieable, mas por hermosa y amable os amo, Placidia mia. Os amo y no he de cambiarme. Vos me amareis pues prudente sois, ¡oh 1 y asi eternamente... Placidia. Pensais es fácil mudarme? No sabéis que ya mi amor he prometido y jurado? —84— Cornel. Quien es el aventurado! le mataré por traidor. A buscarle pronto iré. Quién es el mortal dichoso que obtiene amor tan hermoso? Nombradle. Placidia. No lo diré. Cornel. Es acaso ese doncel que es según dicen espía ael rey que á observar le envia aqui á" don Pedro Cornel? El pecho en venganza me arde !' Ese joven presumido con las damas atrevido y con la lanza cobarde? Ëse que llaman Rodrigo hidalgüelo pordiosero? Tan humilde caballero queréis comparar conmigo? Ciego estoy, seré cruel : por vuestro padre mirad, por vuestro amante temblad si despreciáis á Cornel. Placidia. Pensais en esta ocasión con amenazas ganarme? Son medios de conquistarme aterrar el corazón? Cornel. Rien decis , anduve necio solo os debo hablar de amor. Perdonad, di en tal error por temer vuestro desprecio. —SS— Mas veo que me amareis, que consentis en ser mia. Rodrigo en vano porfía : es verdad le olvidareis? Yo me alegro, me estasío al pensar en ser esposo vuestro: feliz, venturoso, venturoso vo, amor mió. Dadme, pues, la blanca mano que creo ya merecerla. .Dadla : con la mia verla es mi deseo tirano. Placidia, dádmela va, ved que yo... Placidia. Nada ofrecí. Soy libre y ya decidí. Tanto apurarme! Cornel. Quién va ? Esees®» wiBB. DOÑA PLACIDIA, CORNEL, LUISA. Luisa. Lamasleis, Señora ? Cornel. No. Placidia. Luisa mia. Luisa. Qué mandais? Cornel. Que de aqui pronto salgáis, no hay criados donde yo. Os marchais, ó mi furor?... Oh'- si mi cólera empieza —as¬ echo al suelo esa cabeza ! Luisa. Si que me voy, gran señor 1 Luisa se aparta haciendo como que se mar¬ cha, pero manifestando el mayor cuidado por su señora se queda junto á la puerta que dá al interior de la habitación. Cornel toma una mano de Placidia. Cornel. Ya he cojido vuestra mano, ingrata mujer, impia: ó sois al momento mia ó soy con vos inhumano. Placidia. Qué es lo que intentais, señor! Creeis hacerme violencia? Pensais no haré resistencia por ser mujer? tengo honor. Y el entusiasmo es tan fuerte que inspira éste sentimiento que no digo vos ni aun ciento lo lograrán sin mi muerte. Ved lo que hacéis: yo no sé como un noble caballero tanto desciende! primero... sed noble, amiga seré. Cornel. Quiero que mia seáis. Placidia. Soltad que sois... padre mioi i Oh Luisa! Padre ! Luisa. Torio! -8Í- Eseeiia ix. DOÑA PLACIDIA, CORNEL, LUISA, TORIO. Torio. Por qué, señora, gritáis ? Cornel. ¡Vive el cielo, qué he de hacer!.. Placidia. Horrible, cruel venganza lomareis porque no alcanza vencerme vuestro poder. Y mi padre? Torio. No temáis. Cornel. (Perdí tan bella ocasión.) Perdonad, fue tentación, otra vez.... Placidia. Ya no volváis. Cornel. Mi voluntad.... Placidia. Es dañina. Cornel. Me vengaré que mi amor... Placidia. La honestidad no el furor es la que mi alma domina. Cornel despues de ver marchar á Placidia con tono de satisfacción y burla. Eres muy debil vasalla para burlarle de mí : tengo medios para tí... pero, Cornel, obra y calla. —28— Eseeaiís, x. LUISA, TORIO. Luisa. Válame Dios! Quién pod i a espe¬ rar tal desaguisado de quien grande y noble se llama? Si tú no estás, Torio, espuesta se halla mi señora: á la vis¬ ta de un hombre que no está bajo su cuchilla y que no era un hombre iner¬ me se ha contenido. En adelante bue¬ no será que le guardes de su ojeriza, no dudes que si puede... Torio. No le temo. Tengo un amo tam¬ bién noble que será mi escudo, y ten¬ go una espada para mi defensa. No dudo que Cornel me aborrecerá pues he sido el obstáculo á sus ruines de¬ seos, pero yo sabré librarme de su ven¬ ganza. Luisa. También importa que tu amo apre¬ sure su casamiento sacando asi de pe¬ ligro á mi señora. Torio. Cuando estemos despacio lodo lo sabrá, y creo que su merced dispon¬ drá al efecto lo mejor. Fardiez! que es apuro no tener libertad una donce¬ lla porque es vasalla para entregar su mano á quien quiera, y no estar se¬ gura ni aun en el regazo de su pa¬ dre! —29— Luisa. El creo que viene con don Rodri¬ go lu amol' Torio. Dejemos, pues, esle sitio. Ven , y me contarás algunas circunstancias que puedan i ni portar. Luisa. Bien : pasemos á olra cámara. Ksceiia ». D- BERENGUER , D- RODRIGO y luego DOÑA PLACID1A. Berenguer. Tened, Rodrigo, prudencia. No quiero os precipitéis ni á Cornel desafiéis. Rodrigo. Lo mandais? tendré paciencia hasta que rompa la liga de los nobles contra el rey y me permita la ley matarle, y Dios le bendiga. En el campo de batalla como debe un caballero: yo con el rey el primero pues con los nobles él se halla. Y si llegan á romper el rey les ha prometido hacer que bien derretido plomo les den de beber. Placidia. Decid, pasó vuestra pena ó mas mi padre la irrita? —SO— Rodrigo. Vuestra hermosura la quita y el placer de veros bpena. Mas si dura el pretendiente ó á mi Placidia maltrata, Cornel, diré, muere ó mata. No puedo estar impaciente ni tranquilo en la ocasión que me impide el mal nacido ver ya mi gusto cumplido con su dañada intención. Vuestro padre no se atreve á apresurar nuestro enlace... Berenguer. No, que las piensa y las hace el señor que el diablo lleve. Y al veros de mi hija esposo Cornel se desesperara y con todos acabara que es soberbio y rencoroso. Ta vez para esto prevenga... dejad el tiempo correr que el tiempo solo ha de hacer que el orgullo le detenga. Bodrigo. Es prudente esa advertencia si la dilación no es larga: ved que es suerte muy amarga lemeT y amar con vehemencia. Placidia, fiel y constante sed á mi amor, os lo pido, y vereis que agradecido esperará vuestro amante. Placidia. No hay en el mundo elemento —31— ni fuerza á que lodo ceda que infiel hacerme va pueda, no es bastante... ni el tormento. Si no me quitan la vida con la cuchilla ó el fuego seré vuestra esposa luego : lo juro, estoy decidida. Rodrigo. También yo os juro, ánjel mió, seré pronto vuestro esposo, ó he de hacer ver orgulloso vibro la lanza con brio. Berenguer. Creed que nada será para uniros necesario : Cornel es loco y muy vario y de ti se olvidará. Rodrigo. Tranquilo estoy, caballero. Dadme licencia los dos : quedad, señores, con Dios que órdenes del rey espero. Escena vis. Inmediatamente que sale D. Rodrigo óyese ruido de espadas que figura haberle acometido en la escalera. DON BERENGUER , DOÑA PLACIDIA. Berenguer. El cielo vida le dé. Placidia. Y guarde en él mis amores. —í*£— Rodri. dentro. Sois 1res contra uno, traidores/ Placidia. ¡Cielos, qué es loque escuché!! Rodrigo dentro. Mi venganza sentirás ! Dentro uno. Ved que mi espada os hirió. Rendios, Rodrigo! Rodrigo dentro. No. Placidia. ¡Herido!! Rodrigo dentro. Nunca, jamás. , ?)■ t . « Doña Placidia se desmaya al oír que está herido don Rodrigo : don Berenguer se precipita y la abraza ; y al ruido de las espadas Torio atraviesa el teatro. ACTO SEGUNDO. Escena primera. QUINTIN, BURGUEN y varios criados armados Quintín. Veremos si do esla escapa. Un criado. Se escapará coino siempre. Quintín. Como quel tan cobarde sereis? Uno ha de poder mas que muchos? El criado, Pero sabe vuesarcé quien es ese uno? Quintín. Sé que es muy valiente pero que solo es uno. El criado. Ya, un valiente, y algo mas. - Quintin. Un guerrero. El criado. Y hemos de malalle? Quintín. No. pues qué asi se mala á un caballero? —sa— El criado. Me alegro, porque es difícil. No por ser caballero, ni valiente, ni guerrero, ni protejido del rey, sino.... Quintín. No hay que temer. Vosotros ocu¬ páis formados el camino de manera que no quede paso para nadie, asi com¬ pactos y prevenidos os dirijis hacia el castillo como de vuelta de la corle, y al encuentro de Rodrigo que pronto saldrá para ella:él asi que os vea in¬ timará que dejeis libre el camino, pe¬ ro vosotros seguiréis codo con codo, no quedándole otro mediu á su orgullo que retroceder ó,abrir paso con la lan¬ za, y entonces sois diez contra él y su escudero. El criado. V si en el encuentro?,.. Qumtin. Que, si muere? será bien muer¬ to, porque diez testigos dirán una mis¬ ma cosa. Se le tendrá por víctima de su orgullo que le habrá precipitado á intentar sacaros ¡del camino. Quien ha de presumir que unos villanos insul¬ ten á un uoble prolejido del rey de Aragon? nadie y sin embargo será un hecho positivo: os darán la razón y la justicia, y ya que no os premien... El criado, Ah señor Quintin, que no es tese mi temor ¿qué me importa estan¬ do á las órdenes de Cornel que ese jo¬ ven sea prolejido y caballero y yo vi- —»5— llano ? Sabéis que si arrojo la lanza encontrará tanlos huesos en un noble como en un plebeyo ? Quintín. Si, pero el cadáver del plebeyo tendrá despues mil gusanos que le con¬ suman, y el del noble mil deudos que le venguen. El criado. Los muros de este castillo me ponen á cubierto de sus deudos. Quintin. Pues qué temes? su valor? no tiene duda que cada bote de su lanza es un rayo del cielo que corta una vi¬ da, y cada vibración de su espada es un golpe eléctrico que enciende y ani¬ quila cuanto loca, pero sois muchos, y runchas piedras contienen al mar. Hurguen. Bravo es Rodrigo, y sobre lodo hijo de la fortuna. En qué batalla le vencieron? cuando rompieron su cora¬ za ni pasaron su yelmo? Como el en- jendro del viento y de la guerra ma¬ ta y vuela y lleva do quiere el pendón de la victoria. Quintín. Ilasla ahora, Burguen, basta aho¬ ra. Te olvidas sin duda de que la For¬ tuna vá en un carro que si hoy no al¬ canza sí mañana: esa Fortuna es una hembra muy variable , dá de día el rostro alagüeño y de noche la espalda. Burguen. Según, señor Quintín: alarga su mano derecha, la de la abundancia ú -AC- la jente valadí y mundana , y la iz¬ quierda con la "lea incendiaria y des¬ tructora á la honrada y meritoria. Cuando alegra y proteje con su ros¬ tro corre y avanza por alcanzar á quien desea, mas si encuentra un justo detiene su carrera ó jira y se aparta. Maldecida ! Quintin^ Bien, Burguen; pero ni aunen eso es constante, á sus mas queridos abandona : es mujer y basta. El criado. Una razón mas para que esta vez no abandone á Rodrigo, ser -mujer. jHurguen. Discreta advertencia! En qué consistirá que todas las damas aman á ese cortesano? El criado. Bien claro -está* señor Bur- guen. Quintín. En que es jeatil y atento. El criado. Dígame vnesarcé, y cual es la razón de que Indos le teman y le quieran ? Quintin. El ser valiente y caballero : su corazón es de león, su temple de héroe, y su alma es benigna y amo¬ rosa. El criado. Y con eso se gana las volun¬ tades ? Quintin. No tiene duda. El criado. No es cierto eso, no. Quint in. Pues con qué? qué otra cosa puede causar tales efectos? El criado. Decidlo, señor Burguen. Hurguen. Los maleíicios. Quintin. ¡ Eh ! Burguen ! guarda esos cuentos para las noches de invierno. Hurguen. Cuentos ! Quintin. De las viejas cuando yacen al soL. Hurguen. Con que es falso que Rodrigo causa hechizos? Quintin. En las bellas. Hurguen. Y en los hombres! Que pronto- te has olvidado del encuentro de ese- mozo con aquel Infanzón hermano del- Justicia. Quint in. Y qué fue cito ?- Hurguen. Yo lo diré. Caminaba- R'odrigo- hacia una quinta con otro caballero y tomaron una senda que era un acorte en la cual hallaron al Infanzón con un su amigo : asi que se vieron se grita¬ ron : Paso. Pero ninguno se apartó porque los dos se creian de mayor al¬ curnia ó mas valientes. Ya se ve, el ceder el camino es una humillación y una afrenta si se lleva espada. Se acemetieron furiosos mas Rodrigo se llevó en la lanza la cabeza con el cas¬ co del hermano del Justicia de Ara¬ gon, sin que hasta el dia hava nadie reconvenido ni castigado al matador. Quintin. Y eso es hechizo? Marguen. Espera, espera. Llegaron ala quinta , que á ella ¡ha Rodrigo á yo¬ gar con una hermosa á quien antes había hechizado, pero esta merced á buenas oraciones habia conocido el engaño y ofrecido hacerse monja si salia de aquel compromiso con bien, pues habia abandonado la casa de de sus padres ricos y nobles. Rodrigo no pudo vencer su virtud, el infierno salió confundido, y la joven rica y hermosa está ahora mismo cantando su victoria por los claustros de un convento. Quintin. Y eso es hechizo ? Burguen. Lo es. El Justicia habia envia¬ do aquella noche ochenta caballos para vengar á su hermano y matar á Rodrigo, que le encontraron vaco- metieron pero Rodrigo dijo con pron¬ titud cuatro palabras al capilan que los mandaba que le hechizaron , y asi pasó Rodrigo con su compañero a la ciudad sin que ochenta caballos se atreviesen con él. Digo, es esto ser hechicero? Pues á fe niia que el ca¬ pitán de las palabras que oyó se quedó inmóvil y aturdido, fué después separado del cuerpo ignominiosamen- -39- le y hoy está demente y moribundo. Es esto hechizo? Quiñi m. Eso es un parlo del vulgo necio. Los hechos que dices son ciertos, la causa la ignoras y es muy distinta. En ese encuentro la palabra májica... Burguen. Conque confiesas que hay raajia? Todos. Hechizos, hechizos y brujas ! Quintin. La llamo asi por íos efectos rᬠpidos que produjo. La palabra qne Ro¬ drigo dijo al capitán bajo secreto fue el nombre del rey que era el otro-com¬ pañero , por eso hicieron paso los que iban á matarle; por eso el Justicia* logró arrojar del cuerpo al jefe,, mas este aunque fue recompensado por el rey se vió sin fama y tenido por co¬ barde ante el pueblo que ignora siem¬ pre lo mejor, y tal vez sea esta lacau- sa de su demencia. La hermosa- que has citado es una doncella noble pren¬ dada antes del rev y ahora arrepen¬ tida y no monja, colejiala. Eso de he¬ chizos , brujas y duendes solo se ha¬ llan en las cabezas dé los necios y de los... liar gum. Y de los que los vén. Quintín. Burguen ! Hurguen. Yo lo sostengo , Quintín. El criado. Que no hay brujas!! que oc¬ ha y duendes I! —4©— Oiga lo que me pasó cuando por ver en la cueva la Cuba de piedra nueva una bruja me cojió. Bajaba yo muy despacio con mi candil moribundo y como aquello es profundo nada vía en el espacio. ' Por entre mil callejones donde teme lodo el que entra donde el ojo nada encuentra llegué dando tropezones á la cuba que anhelaba. Descanso : voy á beber, y al ir la espita á torcer... ¡ay Jesus! ya me agarraba una bruja del cabello. Burguen. Ya, ya. jEl criado- Se me encara y dice . donde has venido, infelice? ahora pagarás aquello. Qué he de pagar? dije yo. ln platea no me dijiste vieja y bruja?... Euintin. Vaya un chiste ! I criado. La bruja me contestó. No me dijiste, beodo, te habia dado mal de ojo ? No es cierto.. No? pues te arrojo. Levántame entonces lodo y sin tener compasión —Il¬ de.I. miserable de mi ! dentro de la cuba fui echado por ta vision. Hicele entonces la cruz y se marchó dando un trueno. Pues señor, esto está bueno ! dije viéndome sin luz. Sali hasta el cuello mojado y gracias que no me ahogué porque una cuerda encontré que el cielo había enviado. Creí llegara mi fin , en la cuba me veia... Quintin. Hombre, bruja no seria? El criado. No ha de ser si habló en latin! Hurguen. Pues preso hoy en la escalera hubiera sido Rodrigo, que es de nuestro amo enemigo, si el duende allí no viniera. Con iracundo semblante, con una lea encendida fue del duende la venida en un momento , un instante. Furioso nos acomete, todo de fuego llenó, y me abrasó... que sé yo! ¡desde la bola al bonete. Pronto corrimos los 1res; y quien allí se esperara si al momento se abrasara? para que son nuestros pies? -4Í- Ei a tado. Para escapar bien aprisa de brujas, duendes y diablos, jen le de rayos, venablos... jcnle que pega y no avisa. Burgum. Pero no es raro, Quintín que siempre en este castillo ha de haber duende ó diablillo que nos persiga sin fin? Quintin. Muchos años ha que yo no oí de duende se hablara si algún viejo uo contara lo que de niño el oyó. Burgum. No, Quintin , mientas asi, pues y las brujas de ogaño? Quintín. Yo ni en ogaño ni antaño duendes ni brujas nn vi. El criado. Pues y mi bruja no era Quintin. Tu lengua que mentiría, y el duende... , todo falsía y miedo allá en la escalera. El criado. Señor Quintín, miedo yo Burguen. Yo miedo ! Quintin. Mucho tuviste y á Quintín alli no viste que á la cuba le arrojó. El criado. Vos la bruja, señor mió ? Quintin. Yo fui. El duende también si no te enfadas, Burguen , fue la espada de Torio. —43— Eseeii« il. QUINTIN, CORNEL. Cornel. Eh ! ya la noche es venilla : esa puerta" que dá al muro?... Quintin. Ya, señor, eslais seguro de robo y acometida. Cornel. Dicen que tengo enemigas : cerrad á tiempo la puerta. Quintin. Señor, si está mal abierta ?.. Cornel. Solo ahora los postigos. Quintin. Bien hacéis que los Osorios... Cornel. Son parientes de Rodrigo, V aunque no pueden conmigo ahora en mis desposorios si armados quieren llegar... yo con poca jeme estoy y no quiero perderme hoy : no es cosa de descuidar. Quintín. La jen le que hay moriría , mas sangre vais á verter ? Cornel. A torrentes vá á correr si esa vasalla no es mia. Quintin. Si el enlace vá de prisa que no hay peligro yo digo, y lo habrá si don Rodrigo a sus parientes avisa. Yo lo creo conveniente por malograr el aviso. Cornel. Prevenirnos es preciso. Soy dueño de buena jenle, v aunque Zaragoza toda hoy contra mi se conjure mientras en mi el amor dure nadie malogra mi boda. Que sabré pronto humillar ejércitos numerosos, y en esos bosques Frondosos mis enemigos ahorcar. Y si tu fueras valiente ya estaría el mal nacido en mis cárceles metido ó muriendo lentamente. Quintin. No fue fácil, señor, eso, maguer 1res le acometimos á Rodrigo no pudimos como queríais traer preso. Cornel. Yo á Rodrigo enseñaré á que me tenga respeto ; mi espada pronto su pelo pasará, ó le ahorcaré. Quintin. Cuantos su muerte supieren lo sentirán á fé mia, tiene buen concepto hoy dia, y por valiente le quieren. Cornel. Y esos que le quieren y él ignoran que son villanos y el corazón y las manos han de humillar á Cornal? Quintin. Bien, señor, no os, enfadéis ■: -15- ahorcarle va enhorabuena que no merece la pena clé que vos os altereis. Cornel. Pues ahora prontamente de los pueblos mas cercanos haz que vengan aldeanos : que se armen es muy urjente cuantos se encuentren solteros. A ti lo encargo; y preven que buenas armas les den : haz los mas arcabuceros. Tengan jefe que prepare la mejor fuerza avanzada, encargando que á la entrada contra todo hombre dispare. Quintín. Y si viene algún paisano? Cornel. Disparar manda Cornel que vale mas que muera él que no sorprendan mi mano. En la mas alta colina colocad un centinela y otra á ella paralela que avise con la bocina. Pronto todo ejecutadlo. A los presos doble hierro, y si de ellos algún perro se irritase, degollad lo. Pórtate como quien eres... Quintin. Estaré , señor, alerta , guardando fiel esta puerta. Cornel. Que si no también tu mueres 4« Escena an. COR NE F,, RI Icon que dispierla enfurecido, el huracan que el roble despedaza, el occéano inmenso si se irrita y el rayo que destruye cuanto alcanza, à mi furor no igualan en estragos si mi pecho volcánico se inflama. No me harás traición impunemente que si de ti un momento sospechara., desgraciado Quintín ! pues en el mure lu cabeza una pica levantara. Y quién entonces, quién le vengaría' Ninguno: saben todos que mi espade derriba del osado la cabeza i venganza si mi amor, mis placeres estorbara, en aquel fiero instante si pudiera la misma creación yo trastornara. CORNEL „ I). BERENGUER. Berengue». Rl cielo que me persigue pequeños Escena ív os guarde siempre, Corne!. Y si á grato lo tiene él os enmiende ú os castigue. Cornel. Vos aun mejor castigáis negando al mas digno amigo... Berenguer. Qué vais á hacer de Rodrigo? Cornel. Lo que vos hacer queráis. Berenguer. Diz que hace poco en el valle luvo un encuentro , y por vos le detienen ; vive Dios que no está bien preso se halle. Vos procedéis muy cruel porque en reñir cíon Rodrigo no os agravió , yo lo digo, antes aun debió hacerlo él pues que amaba tiernamente á Placidia , y ella habia mucho tiempo que quería á su Rodrigo valiente. Vos le disteis esta vez justo motivo primero y él que nació caballero en buena cuna... Cornel. En la hez. Muy arrogante aun estais y muy su amante vinisteis. Berenguer. Es porque mal procedisteis. Cornel. Bien por Rodrigo abogáis. Berenguer. Por Rodrigo y la justicia, y porque en el deshonor no caigáis con tal furor. —48— Cornel. Eso es l'avór ó malicia ? ßerenguer. Es hablar en la ocasión, hablaros con libertad: qoerer vuestra dignidad; cumplir con mi obligación. Que á vos de niño los pasos como á huérfano guié, y con paciencia enseñé ¡a virtud que en tales casos debe al noble gobernar. Que los grandes , gran señor, y los príncipes mejor, buen ejemplo deben dar. Si en vuestro padre os mirais adquiriréis su virtud, por ella en el ataúd le lloran pueblos... Cornel. Calíais? ßerenguer. Pueblos enteros le lloran, Y á vos, ilustre Cornel, hasta el dia como á él los pueblos también adoran. Con el rico era prudente, para el sabio prolector, humilde con el pastor y con el reo induljenle. Sus agravios perdonaba : imparcial , justo y benigno ni aun del hombre mas indigno nunca sangre derramaba. Y vos por una mujer ue no es ilustre ni hermosa, iscreta ni poderosa abusais de... Cornel. Berenguer! Sellad la boca que irrita á quien debeis respetar : vea que sabré hacer corlar esa lengua tan maldita. Berenguer. Corlad mi lengua, cortadla! sedme ingrato... si sereis. No hable yo mas ! vos queréis ser tirano... Cornel. ¡Oh! Selladla! Ya estoy harto de desdenes. Hoy me tendréis que querer pues que tendré en mi poder al vil Rodrigo en rehenes. Vinisteis solo á insultarme, idos ya , viejo gran necio : por volveros el desprecio me casaré , por vengarme. Y castigo llevareis por esa torpe insolencia : no tendré con vos clemencia aunque mi padre sereis; que hoy Placidia ha de ser mia ó mañana en un tormento en su dolor violento será agradecida y pia. Berenguer. Sois un horrible tirano , mas si por ella no fuera —511— i rein la muertes prefiriera antes que daros su mano. Esecna v. CORNEL. Sí Placidia me niega su amor, si su padre mis ruegos no estima, si á Rodrigo la bella le anima y valiente me busca y me reta, el orgullo y mi honor se ofendieron y la muerte resuelvo de un vil: que si no me habéis visto aun hostil mi venganza vereis hoy completa. Con la muerte , Placidia, del ruin y villano Rodrigo yo haré que me escuches y me ames. Tendré por si acaso en tu cuello un puñal. Y si tú , Berenguer, no conoces que mi orgullo y mi amor ofendiste y al instante lo enmiendas... ay triste! mi furor te prepara un dogal. escena ti. CORNEL, QUINTIN. Quintin. Para llamar los solteros —Si¬ va propios he despachado. Y diz que muy¿liradores hay entre ellos" y esforzados. Según Burguen arcabuces hay buenos. Ya mandé armarlos con ellos y con cien lanzas. Y también que; designados estén sus sitios muy pronto en el muro, para el caso, aunque imposible es que llegue, de defensa en un asalto. Hay ; dos catapultas aviejas que á los moriscos debemos, piedras para ellas, saetas, grandes puntas y maderos. Cieni(ihombres para las lanzas tan valientes y tan diestros que cuando al aire las tiran las clavan en los luceros. Hay muchas piedras menudas ya puestas en altos cerros, muchas hondas, cargadores, y como unos veinte honderos que á lo que alcanza la vista mientras pía un pajaruelo las llenan , henden los aires y'le matan en su vuelo. Los muros bien reforzados, el rastrillo está bien hecho, el puente alzado y la jenle prevenida y con aliento. —52— Quién con vos se ha de atrever ? aunque viniera don Pedro el mismo rey con sus tropas, sus deudos y caballeros con solo las catapultas fueran en piedras envueltos, ó volvieran á su corte corridos ó bien deshechos. Cornel. Pues no creas que es difícil que ha dos semanas hoy mesmo me preguntó qué defensa que recursos y qué medios tendré si llega un asalto en este castillo bello. Contéstele preguntando como advertido y descreto qué causa le motivaba á saber con tanto empeño si es accesible este alcázar ó defenderme en él puedo. Si supiera, respondió, que la camisa que llevo que está locando mis carnes y que circula mi cuerpo mis secretos penetrara airado la echara al fuego. Entonces yo le advertí entre ofendido y atento que tanto me interesaba por su fama y su sosiego que si llegaba algún dia —53— de manifestar mi esfuerzo, si intentaba fracturar alguno estos muros viejos veria mas sepulturas que trajese caballeros; y me calle que para él si en pretenderlo es tan necio tengo un barranco profundo que llamarán del rey muerto. Quintin. Mejor le dirán entonces el barranco de don Pedro. Cornel. Guárdate que se descubran,, rey astuto y allanero, tus dañadas intenciones por tu conducta y tus hechos guárdate que cuando arrojes esa tu camisa al fuego, guárdate que no se queme sin sacarla de tu cuerpo. Quintín. No creo, no, que se atreva» que cuando hay fuertes por medio para romper una alianza hasta en los reyes hay miedo. Cornel. Hablemos ya de otra cosa. De lo que importa tratemos. En esta noche, Quintín, quiero hacer mi casamiento. Para él dispon cuantas galas, riquezas y adornos nuevos acostumbren en sus bodas los reyes y los plebeyos. —54— Cuanto imajinar se pueda para bodas y festejos, que sea todo alegría danzas, carros y torneos ; que cual nunca las celebren mis criados y mis pueblos; que envidia dén á la corte, sus damas y palaciegos. Haya espléndidos banquetes; que se harte quiero el hambriento, que ría el triste y que bailen mujeres, niños y viejos. Y en el mejor azafate que encuentres pon con esmero entre brillantes y joyas, los perfumes y aderezos mis Armas de 1res cuarteles, y de oro puro y muy terso una diadema y mil doblas que á mi esposa dar deseo. Hoy vea esa joven bella que diz está sin consuelo que lo que pierde en arrullos de ese valadíj hidalgüelo lo gana en rentas y trajes en honores y en obsequios. Que si mi altivez1 me impide hablar con vocablos tiernos lo que á mi lengua le falta á manos llenas ofrezco. Y ahora traeme la espada €»S y con que cubrirme, intento revisar esas almenas, torreones y pertrechos. Quintin sale y entra en seguida con la espada, sombrero y capa. Bien dicho es que el prevenido vale por dos y por ciento. Quintin. Hay afuera un embozado tan porfiado y tan terco que dice que hasta que os hable... Cornel. Adelante, y desde adentro guárdame tu bien armado que está mi persona en riesgo^ Escena vu» D. Rodrigo entra embozado hasta dirijirse- á Cornel. CORNEL, RODRIGO. Rodrigo. Yo en vuestra casa, Cornel, á mi pesar os saludo. Cornel. Que os entrais veo, y lo dudo, sin mi licencia, doncel. Mas por esta yo os dispenso. Rodrigo. Y por todas las que entrare, que si mucho me importare —56— dispensármela yo pienso. Cornel. No venís muy comedido y es estrado á la verdad. Rodrigo. No será gran novedad no esté atento el ofendido. Cornel. Ofendido en qué os habéis ? cuando yo pude ofenderos? Rodrigo. Somos los dos caballeros? asesinos no mandéis. La jente que vos pagais intentó darme la muerte porque vos no sois tan fuerte que conmigo os atreváis. Si al salir á la escalera de donde habita mi amor, deste castillo, traidor, mandasteis cruel que muera, vamos pronto á la escalera y nos veremos los dos, y si no paso por vos cual vil cobarde alli muera! Cornel. Si á reñir Rodrigo vino lo podrá lograr aqui. Rodrigo. A reñir yo vine, si, cobarde, vil asesino. Que para morir afuera si vuelven á acometerme quiero con vos aqui verme, no con tres en la escalera. Y si es mi suerte en el duelo pasar á la eternidad -5Î- vos venceréis, es verdad , mas con riesgo : me consuelo. Deste modo nuestra hermosa libre de uno quedará, si de amante... morirá ; si de vos, será dichosa. Cornel. ¡Oh! nunca os quise matar : ni creo que me estorheis, porque tampoco podréis, si me pretendo casar. Siendo la dama discreta no hay duda que elejirá... no á vos... se envilecerá : al poder que la sujeta. Rodrigo. Villano! Cornel. Yo no intenté hoy vuestra vida corlar : y que me puede importar que viva ó no su mercé? Rodrigo. ¡ Infame, pronto verás... Cornel. Es de muy poca importancia, es vuestra vida en sustancia la de un villano, y no mas. Rodaigo. ¡ Mal nacido ! Cornel. Nuestra dama pensará bien la elecciou : resuelva ella la cuestión del amor que nos inflama. Ella elija á quien quisiere : libre sea en elejir. Rodrigo. Quereis del duelo asi huir? —58— Cornel. Sea, pues, del que venciere. Escena vgn« Dichos, y al desenvainar las espadas Quintin apuntándose con un arcabuz á don Rodrigo. Quintin. Tened, Rodrigo, tened. Rodrigo. Dos contra mi, caballero T Quintin. No levantéis el acero ó dispararé, temed. Cornel. Rendios va, señor mío. Rodrigo. Traidor, rendirme á vos yo II Quintín. Ved que disparo. Escena ix. Dichos y Torio con la espada en la mano. Torio. Eso no, que le defiende Torio. Y tengo, Quintin, certeza que si muere don Rodrigo mi espada fiel en castigo derribará tu cabeza. Rodrigo. Traidores, gran triunfo era —59— malarme dos. Mali nacido, no hubiera eslo sucedido si el reto en el campo fuera. Cornel. Al campo vamos los dos que solo quiero batirme; y este necio confundirme quiso delante de vos. Rodrigo. Quiero ver el valor vuestro. Venid como caballero. No ha menester compañero quien es valiente y es diestro. Cornel. Vibro yo el bohordo duro y la espada cortadora : vamos á verlo enbuenhora, á batirnos bajo el muro. Rodrigo. Y pues cual vos hago alarde de manejar una espada, vamos luego y cuchillada sobre el que sea cobarde. Cornel. Venid conmigo, venid, y vereis cual es mas fuerte. Rodrigo. Vamos corriendo á la muerte. Vamos, cobarde, á la lid. —61 Escena primera. DOÑA PLACIDIA, LUISA. Luisa. Señora, en desgracias tales es necesario el valor: afliji rse no dá honor. Héroes son los mortales que cuando son mas fatales mas grandeza de alma tienen; y en el infortunio vienen á ser fuertes y virtuosos. Placidia. Esos consejos hermosos mis deseos no contienen : venganza deseo yo. Quiero mis males cortar, y otro mal quiero causar -e«- por burlar al que mo amó. Nunca mi hermosura, no, ha de gozar el villano, que si á darle voy mi mano mi hermosura no daré : antes oh! la destruiré que no llevarla al tirano. Si abusa de su poder, si á dama débil persigue, si una maldad á otra sigue... ese necio en la mujer que ha ofendido ha de aprender á ser honrado y cortés ; y ante las jentes despues he de tratar de afrentarle, y ante el mundo presentarle como infame, como es. No me dá amor esperanza y tengo que ser su esposa, empero fea, horrorosa he de hacerme por venganza. Por temor á su asechanza me sacrifico al tirano; llevaré al altar mi mano y -el odio , el fuerte rencor, y si puede mi furor he de ahogar al inhumano. Que si su torpe apetito me sacrifica insolente se acabará totalmente si beldad y vida quito. —«3— Sea el tirano maldito de todos aborrecido, sea en el mundo tenido por nefario y opresor, y admiren que al malhechor Placidia no haya temido. Eseena mi. PLACIDIA, LUISA, QUINTIN. Quintín. Mil años os guarde el cielo y mil dichas os prepare. Perdonad que yo aqui entrare y no á daros gran consuelo. Que aunque muy grande es mi celo, y quisiera dar ventura á la hermosa criatura que mi señora ha de ser no está en mi mano el poder. Mas os diré con dulzura que hoy la fortuna me elije para un billete entregaros del que furioso en amaros quiere su suerte se lije. Y aunque es cierto que se aflije cual se puede concebir una dama al recibir un mandamiento como este, -81- debo darlo aunque me cueste pues si no me ha de reñir. No es muy bueno el contenido porque nunca escribe bien el que despues de un desden se considera ofendido. Quedando esto ya advertido lomad y bien lo leed : su escesivo amor ahí ved (Lo entrega á Placidia.) sin que lleguéis á asustaros; y si os place incomodaros por escrito responded. Placidia. Buenas letras contendrá, porque de tan buen señor tiene que ser... un primor ! el mandato que traerá. Hoy mi obediencia verá; quiero remediar lo ya hecho; cuatro verdades del pecho voy con la pluma á espresar. Voy, Quintín, á contestar. Quintin,. Señora, vuestra orden yo cumpliré como criado; soy por Cornel enviado... Placidia. Yo no os culpo, Quintín, no. Cuando el amo nuestro vió que estaba yo enamorada de Rodrigo, y confiada —65— en ser suya relirarse debió y de verme dejarse : mas tiranizar le agradó. Escena ni. LUISA, QUINTIN. Luisa. Pues yo si que os culpo agora como siendo el confidente de Cornel, sinceramente no abogáis por mi señora? no sabéis que á otro adora? y que si llega á querer es muy firme la mujer? y que si mucho se ofende la ventura tal vez vende por otro nuevo placer? Qué podemos esperar de tal boda ó tal delirio? gran ventura ó gran martirio? Hacedle retlecsionar, que aunque sea por amar, el que violenta á una dama espone mucho su fama. Solo es de mozo taimado, y podrá ser castigado como se empeñe ahora mi ama. La mujer muv bien castiga 1 ' ^ c —«fi¬ del hombre la indiscreción , y la molesta pasión con su frialdad mitiga. Ella es del amigo amiga , mas es también orgullosa, y si la oprimen quejosa se venga con crueldad : su arma es siempre la beldad porque no tiene otra cosa. Quintin Mucho sabéis, bella Luisa. Luisa. Qué vos lo ignorais, Quintin? Demos á los males fin y todo aquí será ri - a. Convenced al amo, aguisa de confidente leal, que en casarse hace muy mal con quien no le liene amor: remordimiento y dolor solo dará enlace tal. Porque cuando á la mujer se violenta al casar, mas fruto no puede dar que continuo padecer. Quintin. Ya lo sabe el amo mió; no variará de lo fecho : sea ello tuerto ó derecho balde hacerse su al bed río. Consulta su poderío, consulta su voluntad : la ajena felicidad nunca leestorba á un señor: —69— como no siendo el dolor no la desea en verdad. Escena iv. LUISA, QUINTIN, PLACIDIA. Placidia. Id y decidle, Quintín, que esloy pronta á obedecer y dedicar vida y ser á Cornel tirano, ruin. Al valiente paladín que no pudiendo lograr el hacerme enamorar con sus riquezas y mando, quiere sangre derramando conducirme hoy al altar. Voy á horrar un amor inocente y desgraciado porque lo manda... nn amado Cornel, mi bien y señor. (con burla.) Es obligante su amor, es muy tino y jeneroso, protector y bondadoso... (Exajilada.) —«8— ¡oh! y ufr nieve, un infame î (Dominándose.) no, mi boca no, no le llame sino muy caballeroso. Decidle que enamorada voy á entregarle mi mano... va se ve! es tan humano, caballeio, y buena espada! Decidle... nada mas, nada. Este billete le dad ; y que ponga en libertad, añadidle, á mi Rodrigo, que es mi amante y su enemigo, ó no habrá boda: marchad. Quintin. Se lo diré asi, señora. Guarde el cielo vuestra vida. Escena v. PLACIDIA, LUISA. Placidia. Ya estoy, Luisa, decidida i la venganza me devora, y he de vengarme: va es hora. Placidia, ten hoy valor. Voy á burlar á un traidor, -69- y venga, venga la muerte: ja sufriré de tal suerte... dulce será su dolor. Es su poder invencible? Es su corazón cruel? Bien : qué le apetece á él ? mi hermosura aborrecible? mi hermosura es destructible: pues muera va mi hermosura, y á proceder con cordura aprenderá ese villano, cuando reciba mi mano fea, descarnada y dura. Viste nunca una mujer mas desgraciada que yo? Mo la viste nunca , no : como yo no puede ser. Y lo que he de padecer al vengarme ¡oh qué horror 1 Venganza pide mi amor. Voy á vengarte, Rodrigo. Voy á vengarme conmigo... á quemarme! qué furor! Tirano, que con mujeres eres valiente, hoy verás si la esposa que tendrás es tan bella como quieres! Y si en la venganza mueres? no sentiré ya el dolor... al fuego! a! fuego! ¡Señor!! —to— Escena vi. DOÑA PLACIDIA, LUISA, D. BERENGUER. Berenguer. Qué es lo que dices de fuego? Placidia. Si no venís, padre, luego hoy muriera de dolor. Luisa. No os apartéis, señor, deila, mirad que se desespera. Berenguer. Hija mia, qué le altera? Placidia. ¡Ah señor, el ser tan bella. De fea no hiciera mella en el pecho de Cornel ; mi hermosura gustó á él por mi desdicha insufrible, y como ella es destructible pensé quemarla. Berenguer. Cruel ! Y no tenias presente que todavía yo ecsislo ! tampoco habias previsto en tu despecho inclemente y trastorno desa mente, que asi mi vida cortabas? y de mí no le acordabas? mísero, infeliz ancianoI Dar la muerte con tu mano al padre que tanto amabas/ Placidia. Padre mió, por piedad, por piedad, no prosigáis, —il— que el corazón me pasais. Postrada estoy , perdonad. No quise la ancianidad vuestra llenar de amargura, sino acabar mi hermosura. Si con vos yo me estásío, no he de amaros con ternura? Bcrenguer. Alza del suelo, hija mia ; tu padre no se ofendió, aunque un momento creyó que reprenderte debia. Un gran delito seria quemar tu rostro precioso ; y este tu padre amoroso donde entonces se mirara si su Placidia quemara su rostro de ánjel hermoso? Y qué así conseguirías? Con el monstruo de lo tierra, con ese hombre que te aterra casarle también debías, si es que compasión tenias de tu amante, que merece in sacrificio, y padece |or ser fiel en tu defensa: vísate, ó nueva ofensa... (\da instante el riesgo crece. Pidecemos, sí, los dos, piro debemos sufrir coi humildad, y decir: alp he de ofrecer á Dios. —Vi— P ¿acidia. Me consolais mucho vos. Si, debo yo sacrificarme, debo por vos inmolarme, por vos, padre, y por Rodrigo, no sea que algún casligo os dé por atormentarme. Quiero prevenirme ya: vamos, padre, al sacrificio. Imploremos el auspicio de Dios que nos premiará. Vamos, padre , ya á arreglarme. Fatal vestido de boda I boy vá á atormentarme toda el vestido de casarme. Y para mas animarme pues quiero sea completo el sacrificio ó decreto, voy á ponerme galana por si acaso soy mañana en la huesa un esqueleto. Quiero que digan : triunfó del amor y la esperanza pues su padre confianza en el cielo la inspiró: y este fué quien animó con su amoi y discreción su virtud y perfección. Berenguer. Vamos, hija, ¡ qué pesar-' conducirte al sacrificio! Es muy cruel mi suplicio ! déjame , bija , llorar. —03— Placidia. Llorar no, entusiasmar me debeis en esta hora. ¡ Ah ! también mi Luisa llora ! Un momento de valor, un momento, si señor, puede salvarnos ahora ! Vamos al rev , padre mió ; su justicia hoy imploremos y á Cornel luego veremos correjido del desvío. Berenguer. En el remedio no (io. Al rey ! Placidia. Decid, qué le m eis? Berenguer. ¡Oh ! vosotras no sabéis que el cetro del soherauo no alcanza á aqueste inhumano: que es fuerte Cornel no veis? Ademas, y tu Rodrigo? pronto lloraras amante al que solo es va... tu amigo. Hija mia , te bendigo : plegue á Dios felicidades darte. Siempre las maldades que humillan á una alma pura suelen traerle la ventura : hoy es día de verdades. Placidia. Vuestros consejos me mueven: padre, animad mi virtud. Burguen. Quiera Dios que al ataúd estos llantos no me lleven. —Ï4 Escena, th. LUISA. Si esto oyera ese Cornel, si esta virtud conociera tal proceder no tuviera: no fuera, no, tan cruel. Se estremeciera al verse él comparado con las almas de mis amos, que las palmas de mártires ganan hoy Pero á observar yo me voy la elevación de sus almas. Escena LUISA, BURGUEN, con un azafate.cu¬ bierto con un paño bordado en oro. Hurguen. . A la diosa del amor, A Placidia , al serafín , para animarla al festin y á la boda, mi señor ¡a regala este Iroféo : que le plazca es su deseo. Pero á quien lo entregaré, v qué en respuesta diré —9 s— si á Placidia aquí no veo? Luisa. No es posible le reeiba : para la boda se viste ; y cuando In aqui viniste á engalanarla yo iba. Ni que responda ni escriba es necesario, pues luego de himeneo el santo fuego creo que se encenderá. Placidia lo apreciará : dá esta respuesta : lo ruego. Hurguen. La dare; mas me encargó que á su querida dijese si resuella no estuviese : que al eslremo no llegó en el regalo presente, pues piensa muy complaciente otro regalo traer que ha de ser aun mas de ver, para obligar á la ausente. Luisa. Asi también lo diré cuando á mi señora vea. Hurguen. Pues que tu persona sea guardada á Dios rogaré. Deja el aiafatc en una mesa. —'S« Escena ix. LUISA. Y yo solo lloraré su insufrible desventura, pues tan bella criatura hoy á casarse es forzada cuándo de otro enamorada era amada con ternura. Pero qué será el regalo? oro , joyas y diamantes. Siempre" esto dan los amantes : de Cornel no será malo. Escena x. LUISA, DOÑA PLACIDIA, D. BERENGUER. Píaciclia. Y qué es eso, Luisa mia? Luisa. Cornel que para agradaros y de su amor prueba daros este regalo os envia. Berenguer. Clara su intención se vé, joyas que deberás hoy ponerle. Placidia. Si el sacrificio es mi suerte vengan y me las pondré. Luisa levanta el paño de el a rafale y descubre una rica diadema y un puñal. Luisa. Sin duda para elejir la diadema y el puñal os envia. Placidia. Soy l'a ! a 1 ! El puñal para morir. La diadema... desdichada ! la diadema es la cadena con que ese señor orden* lenerme siempre aherrojada. Berenguer. Si sucumbir no le place no queda esperanza alguna, pues nos pisa , nos deshace el carro de la fori una. -19- Emrrna primera. Salon magnífico con una puerta en él fondo y otra á la izquierda : por aquella se ven otros salones adornados con lujo, y varias personas siempre en movimiento : de cuando en cuando se oye suavemente una música. VARIOS CRIADOS DE CORNEL. Criado 1.° Ya he encendido lodas las arañas y candelabros de palacio. Criado 2. ° Oye, Iban; qué sabes de fiestas ? Criado 1.° Venid, venid y oiréis. —SO— Se reúnen formando un medio círculo. Criado 2.® Cuenla, cuenta. Criado 1.® Tan pronto como se den las manos nuestros amos empezarán su ruido las campanas, los fuegos y los regocijos. Están las calles rociadas con perfumes, los edificios adornados con ricos paños y millares de luces, y las puertas y balcones con jazmines, lau¬ rel y flores. Muy pronto saldrá un car¬ ro triunfal con los bustos de los no¬ vios, tirado por cuatro yeguas man¬ chadas de azul y blanco con los cas¬ cos y Ias crines de oro: las ha pin¬ tado el Hermano Tobías... ese lego que á cuenta de las limosnas hace personas y diablos. Criado 2. ° Ya. Criado 3. ® Si, si. Criado 1.® Despues habrá mojiganga, y en ella irán las Virtudes en el es- lado natural, desnudas, intactas y abandonadas. Detrás los Vicios... que lujo! que elegantes y que hermosos! y que comparsa que llevan tan nue mcrosa v esclarecida! también lleva¬ rán un muñeco muy grande que pre¬ dica lo contrario de lo que hace : el Junsticia del pueblo que es hombre de mundo y zambre lo arreda indo —81 — al uso del día. Que gusto! Allá á las diez /oro de ronda. Criado 2.® Toro de ronda? Viva el Justicia ! Criado 1.° Si. Lleno de fuegos y cin¬ tas, y un letrero transparente en los cuernos que diga . A la Boda de Cornel. Criado 2.° En los cuernos? Criado 1.° En los cuernos. Criado 2.° Hombre, parece indirecta. ' Criado 1.° Me lo ha dicho don Juní¬ pero que es hermano de un pariente del amigo del cocinero del Justicia que todo lo arregla y dispone. Criado 2. ° Y ese hombre es profeta ? Criado 1.° Ya que nombras los profe¬ tas : en ese carro tan grande y tan hermoso que he dicho irá detras y un poco mas elevada la Fortuna, que es una mujer muy bella, con el cuer¬ no de la abundancia lleno de espigas de oro. Criado 2.° Aun mas cuernos? tu los sueñas. Criado 1.® Si ; y músicas, y danzas de cristianos y moriscos y judíos que de lodo hay en el pueblo. Criado 3.® Que gusto! que alegres lo pasaremos ! Criado i. ° Despues, á la media no- G —8«— eh«, el baile de etiqueta con pantor- rillas poslizas los hombres y caderas y pechos las damas. Criado 2.° Vaya un baile! Criado 1.° Como lodos. En él habrá grande cena de alcorza, jamones dul¬ ces , v qué vinos ! Criado 3.'° Los vinos también postizos? Criado 1.° De lodos, y de la tierra. Criado 3,° Que viva el baile! Criado 2. ° Y los amos ! Escena n. DICHOS Y HURGUEN. Hurguen. Muchachos, qué hacéis en corro? no valiera mas que arregla¬ seis?.. Criada 1.° Si está ya todo arreglado; y ahora nos divertimos... Hurguen. Asi vá el mundo ! Vosotros de broma y el olro en la eternidad! Criado 1.° Pobre Rodrigu ! Hurguen. Terrible herida! le paso la es¬ pada de parte á parte. Y se ha que¬ dado tan galan y tan arrogante como cuando vivo, con un jeslo asi entre sonrisa y sarcasmo : aun difunto pa- —83— rece que se hurla de Cornel ! Criado 2. ° Sus últimas palabras fue¬ ron... Burguen. Se las oí : dijo con voz casi apagada : Ya estas gozando, Cornel, mi flor hermosa, divina ; mas ya la volverá una espina el rev don Pedro el Cruel. Criado 1.° El rey don Pedro! Si el rey jura tomar venganza presto este cas¬ tillo será escombros y nosotros ceni¬ zas. Burguen. Como que! maguer vinieran los 1res reyes de España que se llaman Pedros y Crueles : el de Aragon, Por¬ tugal y el de Castilla! Criado 1.® Y si vienen con hechizos? Burguen. Entonces Dios nos asista ! Criado 3. c El amo viene. Burguen. Marchemos. Escena m. CORNEL, QUINTIN. Quin lin. Ya á la capilla se trujo. Cornel. Ha muerte en el desafio : él se hincó el acero mió. —®-i— Haz que le en Herren con lujo..- Llámanme cruel lirano porque amó con gran pasión ! ¿podré con el corazón si aun no contengo mi mano? Sangre humana verter vo! Si algunas veces lo juro cuando me irrito ó apuro, no es deseo mió, no. Si me hablan con altivez, si me insultan, me desprecian, si aun mi cariño no aprecian qué he de hacer ? volver la vez. Hablar con altanería, contestar á sus insultos, sacar la espada y á bulto blandiría bien, á fé mia. Si lodo esto no mediara humano y aun cariñoso... y ese joven valeroso hoy mismo no se enterrara y hubiera en lodos union : Berenguer me alabaría, y ella tal vez me daria ía mano y el corazón. ¡Oh, Quintín, enfermo estoy! Quintin. Y no sabéis qué será? Cornel. Pero dime lardará Burguen ? impaciente soy! Quintín. Si va os he dado el recado! Vuestro encargo le llevó —85— y á la Luisa lo ha entregado: él á Placidia no vió. Ni ella sabe nada, no, ni que lo sepa conviene según he visto despues; que si á la boda ella viene por su amante solo es: salvarlo es hoy su interés ¡Escei.i» ti. CORNEL, BERENGUER. Berenguer, Señor. Cornel. Quien me llama? vos? Bien venido, Berenguer. Berenguer. Que hablar tenemos los dos. Cornel. En veros tengo placer, y hablar podéis ; vive Dios! Mas Placidia, donde está? en ella mi pensamiento... Berenguer. Placidia pronto vendrá. Cornel. Con vos no viene? lo siento que esperar es un tormento. Berenguer. Yo, señor, debía veros antes de efectuar la boda y huí de mi jente toda por venir á conteneros. Comel. Ya vuestro hablar me incomoda. Berengucr. Sois duoño, si, de Rodrigo, y de Placidia también que por salvar á su amigo os dá su mano, mas quien causa su fiero dolor no puede esperar amor. La ventura de un esposo con ella nunca lendreis, y pensais ser muy dichoso? ni un momento de reposo en su pecho gozareis. En el lecho y en el sueño lemblareis, si, de terror, pues vereis que como dueño le causais en vez de amor tristeza , odio y horror. Desdichada vos la hacéis, mas la justicia de Dios castigaros querrá á vos con la esposa que tendréis. Solo siento que los dos... temed de Dios el poder ! Cornel. Temed vos una eslocada, que mas daño os puede hacer esta corladora espada. Berenguer. Solo el crimen os fallaba de despreciar al... Cornel. Teneis ? por mas cuerdo yo os contaba ; que soy vuestro amo no veis? ser castigado podréis. —89— No me habléis con arrogancia ni me hagais oposición... lierenguer. No lenia esa intención al pisar en vuestra estancia : tened de mi compasión. A suplicaros venia abandonéis un enlace que desdichados nos hace : esto á vos gloria daria. Otro mejor... ornel. Berenguer, muy presente tengo toda vuestra respuesta de ayer : contestasteis á la boda : si ella quiere me acomoda; sin ella no hayo yo cosa , V tengo antes que decille que hasta que mi frente humille* no os dé la mano de esposa. Qué estraño es ine maraville que os humilléis asi ahora? que querrá puedo creer muy gustosa obedecer la dama que el pecho adora pues se humilla Berenguer. Decidle, viejo demente, que á la brevedad mayor á unirse á mi se presente : no espera mas su señor. Y sed desde hoy mas prudente. —88 — Escena v. CORNEL sentado , BURGUEN. BuYguen. ^Llevemos al oratorio io preciso para el nudo santo, para el desposorio, va que impedirse no pudo: que sea dichoso dudo. Y el capellán si estará? vaya cierto que ha venido- Pero el amo que tendrá? estar parece afiijido : en el cojín reclinado...) Por desgracia habrá enfermado? escena ti. CORNEL, BURGUEN. Cornel. Del corazón , que oprimido... todavía no ha llegado ? . , Burguen. No, señor, aun no ha venido. Cornel. Cuanto este rato he sufrido! Burguen. Estais enfermo , señor? Cornel. Rabiando estoy ! Burguen. Qué será ? Cornel. Tengo un acerbo dolor —89— en cl pecho, y un Irislor... mas... Placidia si vendrá? ¡Oh! mi dolor aun se aumenta! eslo es mucho padecer! La hija de Berenguer mas que el dolor me atormenta! Burguen. Ya están aqui ! que alegría ! ya vuestra esposa llegó! Coruel. Pues mi dicha se cumplió siendo Placidia ahora mia. ¡Escena vu. CORNEL, BURGUEN , QUINTIN , PLACIDIA 1 estida de novia con la diadema en la ca¬ beza y el puñal que apenas se vea en su cintura, y apoyada en el brazo de Be¬ renguer, Luisa y muchos criados. Todos con trajes ricos de gala. Berenguer. El cielo por su bondad te dé consuelo y alivio. Cornel. Pues que! mi amor que noes tibio lo]juzgáis calamidad? Yo sabré proporcionaros las dichas que los humanos con puñales en las manos se dispulan muy avaros. Gomo el esposo queréis? -90— yo reúno á la riqueza el poder y la grandeza. Placid id. Ni aun asi me mereceis valiendo tan poco yo. Cornel. Aun ingrata se mantiene cuando á ser mi esposa viene í Placidia. No es cierto eso. Cornel. Cierto. Placidia. No. No vengo que me arrastráis. Cornel. A mi dolor dais aumento? sabéis que enfermo me siento? Placidia. No será estraño murais. Cornel. No creo mi fin llegado aunque no me siento bueno. Necio de mi , pues sin freno ( á su amor me he entregado ! ) (Situación bien horrorosa!) Entremos ya que el dolor... Placidia. ¡Oh! esperad que mi amor... Cornel. Sígame pronto , la hermosa! Placidia. Está va libre Rodrigo? Comel. Vamos pronto al oratorio. Placidia. No, Cornel: no hay desposorio si no está en salvo mi amigo! Comel. Ya vereis: le soltaré. (Si ella que es muerto supiera.) Pl acidia. Que Rodrigo no esté fuera vuestra esposa no seré. Cornel. Que amor y que porfiar ! Jd, Berenguer, con Quintín —91 — por mi rival. Berenguer marcha con Quintin por la puerta del fondo. Los demás lo harán por la izquierda tras de Cornel. Placidia. Con qué íin ! Cornel. Vos á morir ó á jurar ! Cornel se lleva arrastrando á Placidia. Eseenn vm. HURGUEN. Grandes cosas pasan hoy. Arrastrar asi á al aliar á una dama, quebrantar es la lev, ó necio soy que no entiendo una palabra. Mas de lo que estoy seguro que siendo cruel y duro su propia desdicha labra. Ya los casan según veo. Dudo haya dicha ni paz, porque dama que en su faz le dice : uo lo deseo ; no puede dar la ventura que un buen esposo apetece : -9S- v menos si lo aborrece como aquí esa criatura. Ojalá que aventurados los baya y mantenga Dios ! pero va salen los dos. ¡Vivan los recien casados!! (Gritando, y tirando el bonetillo al aire.) Eseena «x. Dicho y BERENGUER que mientras habla Hurguen se presenta en la puerta del ora¬ torio con los brazos cruzados y la cabeza baja. Placidia (dentro.) Mi padre solo 1 ! venganza! Cornel (dentro.) Traidora / ¡oh! que malicia! Qué es esto ? Placidia (dentro.) Qué ! la justicia , la justicia que te alcanza! tEscciia x. CORNEL , DURGUEN y dospues QUINTIN. Cornel. Dejadme, dejadme paso. —93— Traidora , abriste mi pecho! Médicos pronto y un lecho ! Me mala cuando me caso ! Qué perfidia! qué dolor ! veo va cerca mi fin. Soslenme. Burguen. Cornel. Burguen. Cielos ! Quintín. i Ah ! Burguen ampara á Cornel en sus brazos; Quintin sale, le ayuda y le llevan. PLÀCIDIA con el puñal en la mano, y to¬ dos menos CORNEL , QUINTIN y BUR¬ GUEN. BERENGUER al ver salir á su hija se cubre el rostro con las manos eu el mayor abatimiento y desconsuelo. Placidia. No es traición , es que miro y leo en ese semblante (por el de su padre) que asesinado es mi amante y sangre y odio respiro, y hundo en tu pecho el puñal, Quintin. Gran señor ! Escena it. -91- V soy feliz ! Berenguer. Desdichada!! Placidia. No, padre, no lemo nada, no se acercará va el mal que está la suerte espantada. Tirano, entre aborrecerle, la ocelavilud y lu muerte ^ I ü C A I L T S n° lcn^° ('lU'a n'nouna' ue es mi despecho mas fuerte que el ,Carro de la Fortuna. Berenguer hace un movimiento de horror y compasión : Placidia se estremece al ver en sus manos el puñal con sangre humana, lo arroja, levanta sus brazos al cielo y en un es tremo de desesperación se echa en los brazos de su padre. FIN. ESCRITÁPOIi M, LEAL Y: MADRIGAL ILUSTRADA CON MAGNÍFICAS LÁMINAS. JA LITOGRAFIADAS, YA GRABADAS, ROR LOS PRIMEROS ARTISTAS.